LA DAMA DE NEGRO: Una experiencia creada por el público
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Por Luis Santillán/ En 1987 Stephen Malatratt adaptó la novela La dama de negro de Susan Hill para iniciar una temporada en el Scarborough Theatre en Yorkshire, 2 años después alcanzó el éxito en Londres. Tomás y Rafael Perrín compraron los derechos para iniciar una apuesta, una aventura, estrenando su versión el 17 de febrero de 1994 en el ya extinto teatro Arlequín de la Ciudad de México. Quizá nadie imaginó que esa obra, en la que distintos productores no creían, se mantendría en cartelera durante 29 años (con la intención de superar la longevidad de la producción británica).
La adaptación de Malatratt tiene la eficacia de colocar los elementos necesarios de la trama en voz de dos personajes que, bajo la situación de una representación escénica, darán vida a los personajes de apoyo del relato.
La línea anecdótica plantea la necesidad de Arthur Kipps por compartir una experiencia que le ha aterrado durante varios años, para lograrlo recurre a la ayuda de Jhon Morris, director y actor, que le guiará para convertir la experiencia en una escenificación. Las situaciones recrean la vivencia que llevó al señor Kipps a tener un encuentro con la Dama de negro; lo que pretendía ser una forma de liberar el pasado, poco a poco, se convierte en una nueva experiencia terrorífica.
Rafael Perrín realiza la traducción y dirección de la obra, también es parte del elenco. Su propuesta de dirección se sostiene a partir de estimular la imaginación del publico con variantes tonales, propicia momentos de comicidad que van acercando al público a la situación para, cuando es necesario, emplear recursos que provoquen la atmosfera de terror, tiene un gran manejo del ritmo, gracias a eso logra las reacciones que han creado la fama de esta producción.
Su dirección saca provecho de los recursos que tiene en escena, ya sean los de la escenografía o los actorales, pero el mayor logro se da en poder establecer de manera constante la complicidad del espectador, apela a que el relato sea la guía, las propuestas en la actuación el estímulo, pero la atmosfera que va creando el público logra el universo de La dama de negro.
Un elemento que es necesario resaltar es la escenofonía a cargo de Antonio Calvo, porque es el soporte para construir espacio y ambiente, pero sobre todo es la base para que los espectadores completen lo que la dirección de Perrín propone.
La dama de negro es una obra donde la relación escena/patio de butacas funciona de manera precisa, quienes asisten a la función salen complacidos porque, voluntariamente o no, son parte esencial de la escenificación, sin la complicidad del público la obra no lograría su meta, y la participación se da por la eficacia de la propuesta de Perrín.
Con la dirección de Rafael Perrín es una propuesta que se mantiene fresca aun con sus 29 años a cuesta, es una manifestación escénica donde los elementos teatrales quedan expuestos por su eficacia, e indudablemente estimulan la convivencia emocional entre actores y espectadores.
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